En un tiempo que parece no encontrar el límite de su alienación, ¿para qué el teatro?, ¿cuál es el sentido de semejante esfuerzo, de semejante maquinaria puesta en funcionamiento?, ¿cómo pensar su operación en términos de crítica y refiguración de la “realidad”?, ¿desde qué perspectiva analizar su acontecimiento en tanto potencia revolucionaria?, ¿qué revela el teatro de la vida?, ¿qué zona libera de la experiencia vital? Este trabajo se propone abordar estas cuestiones, desde una perspectiva semiótica, a partir de la obra del dramaturgo, actor, decente y director teatral Pompeyo Audivert, por considerarla paradigmática respecto de la restitución de “lo vital” al teatro en la contemporaneidad. En cuanto al marco teórico, se desarrollarán conceptos relativos una metafísica del arte a partir de Friedrich Nietzsche; respecto de lo específicamente teatral a partir de Camille Dumoulié, Gilles Deleuze y Paul Ricoeur; se tomará el problema de la poesía en relación a la operación metafórica a partir de Paul Ricoeur; se trabajarán las nociones de tiempo, obra, vida, gloria a partir de Gilles Deleuze-Felix Guattari; y se confrontará la concepción de teatro como reflejo a partir del concepto de identificación en Jaques Lacan y los propios desarrollos Pompeyo Audivert; entre otros autores a los que se hará referencia. La hipótesis que guiará este desarrollo plantea que la obra en cuestión constituye un teatro en tanto revela los signos vitales una dimensión metafísica de la experiencia, un más allá, una vida, que nos ha sido arrebatada en el aplanamiento propio capitalismo posmoderno. Ensayaremos una homologación de la noción de un teatro con la noción de una vida a partir de Gilles Deleuze, quien vincula esta última al plano de inmanencia más allá de la distinción sujeto – objeto, en el sentido de que una vida es tal en tanto impersonal y sin embargo singular. En términos del autor, “Esta vida indefinida no tiene ella misma momentos, por próximos que estén unos de otros, sino solamente entretiempos, entre-momentos. No sobreviene ni se sucede, sino que presenta la inmensidad del tiempo vacío donde se ve el acontecimiento todavía por venir y ya llegado, en lo absoluto de una conciencia inmediata” (Deleuze; 1995) Así, este un teatro al que nos referimos trabaja la singularidad de un tiempo, un espacio, un actor, un cuerpo, una Historia como signos vitales (¿los últimos?) de una era mortífera y mortuoria. Un más allá del plano subjetivo u objetivo, un entre para poder respirar. Entonces, para esto el teatro. Es lo que desarrollaremos.