El año 2015 marcó un ´giro hacia la derecha´ en el escenario político Latinoamericano. Luego de 17 años de conducción por parte de los denominados gobiernos progresistas, candidatos conservadores y de derecha se impusieron en la presidencia en buena parte de la región. En el plano discursivo, se detectó un cambio en la hegemonía (Angenot, 2010) que permitió la emergencia de ciertos discursos con un modo particular de circulación. Nuevos horizontes de inteligibilidad se configuraron en torno a una lógica y estética neoliberal: en Argentina gana las elecciones la coalición CAMBIEMOS, dejando atrás 12 años de gobierno kirchnerista catalogado como “populista” (Arditi, 2014) en algunos casos o como “nueva izquierda” (Natanson, 2008) en otros. El discurso neoliberal actual se diferencia del de épocas anteriores, configurando un orden del discurso en torno al miedo, a la inseguridad, a lo precario y a lo marginal; una estética de guerra marca el entramado de enunciados y enunciadores legítimos dentro del gobierno de Cambiemos; un amplio contradestinatario (Verón, 1987) se configura como ese “otro enemigo”. Ya no se trata solo de la fuerza política kirchnerista, el adversario se cristaliza en diversos sectores de la sociedad: el sindicalismo, los docentes, piqueteros, mapuches, etc. En este trabajo me propongo reflexionar, a partir de discursos audiovisuales del Presidente Mauricio Macri y la Ministra de seguridad Patricia Bulrrich, los sujetos marginales que se constituyen en este nuevo neoliberalismo reinante. Comprendo la marginalidad como el conjunto de aquellas figuras sometidas a una precariedad entendida como “una condición inducida de inequidad y miseria” (Butler y Athanasiou, 2017:37). Me interesa observar la hegemonía discursiva que se configura en este estado del discurso social, como así también ver los procesos de interpelación subjetivante (Althusser, 1980) que se llevan a cabo en las prácticas discursivas a partir de la idea de un ethos meritocrático y emprendedor que “todo lo puede”. Estos sujetos aparecen cada vez más en pantallas de televisión y en redes sociales, lugares donde se configura lo social. Considero que el discurso social construye ese sujeto-norma a partir del cual se “miden” otros; en este sentido, lo marginal es un efecto de sentido de los juegos de poder hegemónicos que posicionan al sujeto en los márgenes, apartando y excluyendo, pero también incluyendo en tanto control sobre lo decible y lo pensable. Es, entonces, una exclusión inclusiva, un dispositivo por equivalencia: el neoliberalismo expresa un presupuesto de “todos podemos acceder a cualquier cosa” ficticio, atravesado por una desigualdad estructural.