Se propone una interpretación de las construcciones presentes en la ciudad argentina de Córdoba entre 1927 y 1984, que han sido registradas para un trabajo anterior. La interpretación de las trayectorias de edificios y urbanizaciones, asume estas definiciones: el territorio urbano es una construcción política ; la ciudad como condiciones generales para la producción se estudia desde “(…) la abolición de las fronteras entre disciplinas académicas” ; y, “economía política urbana” . Jean Baudrillard, quien entiende la arquitectura “como arte de la coacción” , aborda la histórica de los objetos, en una dimensión que interroga “cómo son vividos”, “a qué otras necesidades” satisfacen, qué “estructuras mentales” se “traslapan con las estructuras funcionales y las contradicen”, qué “sistema cultural, infra o transcultural” funda su cotidianidad. Investiga los procesos por los cuales las personas entran en relación con ellos, las conductas sistemáticas y las relaciones humanas que resultan. El sistema de objetos abordado desde un plano tecnológico es insuficiente para “dar cuenta y razón del sistema cotidiano de los objetos”, ya que tropieza con la realidad psicológica y sociológica vivida con los objetos; de esa contradicción surge un sistema de significados que se proponen resolverla, y es lo que propone estudiar. Así, establece una analogía entre el análisis de los objetos y la semiología. Usa las nociones de “campo de dispersión”, “variación combinatoria” y “diferencia marginal”. Esta perspectiva, donde los objetos domésticos y cotidianos, los aparatos técnicos, han devenido en “actores de un proceso global en el que el hombre no es más que el personaje o el espectador”; permite comprender el carácter instrumental de los dispositivos urbanos. También analizar la trayectoria desde simples objetos necesarios para la vida, hasta ser organizadores de la vida, el consumo personal y las expresiones culturales. La abstracción de la singularidad del trabajador que expresaba su personalidad viva en el proceso de trabajo, se extendió al consumo, la creación artística y la destreza deportiva. Lo que habilita la pregunta: “Pero nada impide pensar que la techné, según sus progresos incesantes, culmine en una mimesis y sustituya un mundo natural por un mundo inteligible fabricado. Si el simulacro está tan bien hecho que se convierte en ordenador eficaz de la realidad, ¿no ocurrirá, entonces, que será el hombre el que, respecto del simulacro, se convertirá en abstracción?” (Baudrillard 1969: 63)