Todo signo es una unidad cultural y toda acción cultural es un proceso social. De este supuesto partimos para argumentar que el significado social y político de las culturas juveniles puede considerarse como un proceso de producción de sentido que involucra diversas aristas: una de ellas es la música. Nuestra concepción del fenómeno musical es mucho más abarcativo que la música en sí misma. Supone entender imaginarios históricos, sentimientos de identidad y pertenencia, relaciones con otras músicas, estilos o géneros, valoraciones estéticas, opiniones. Como sostiene Rubén López Cano “cuando una música detona cualquiera de los elementos señalados funciona como signo” (2007: 4). Nuestra intención en esta presentación es analizar la diversidad de manifestaciones que dieron origen a la contracultura local, especialmente aquellas vinculadas a la música juvenil y al rock, desde una perspectiva culturalista y semiótica. El material empírico registrado por el grupo de investigación Rafaela Lados B nos permite desarrollar un punto de vista teórico sobre la conciencia generacional y la construcción de identidades subculturales vinculadas a la formación de esta escena musical territorial. Este registro de casi 25 años de historia del rock en la ciudad fue sistematizado en el libro Sembrar una isla. Crónicas del rock en Rafaela (1965/1989) editado por Javier Alcaraz y Gabriel Bocchio, directores del proyecto Rafaela Lados B. Se trata de un documento fundamental para entender el surgimiento de la subcultura juvenil local. Esta publicación reúne una colección de anécdotas de aproximadamente sesenta informantes que, en conjunto con la producción musical recuperada (crudos o editados) y el material audiovisual y gráfico, permiten reconstruir -a la manera de Angenot- ese discurso social representativo de una generación.