En octubre de 1945, miles de trabajadores salen a la calle para exigir la liberación de Juan Domingo Perón (quien había sido destituido de los cargos de vicepresidente, secretario de Trabajo y Previsión y Ministro de Guerra, arrestado y llevado preso). Irrumpe así en la escena política nacional un nuevo colectivo político. Con este trabajo nos proponemos aportar a la caracterización de este sujeto popular emergente a partir del análisis de sus modos de expresión. Observamos cómo, a través de ellos, los obreros se posicionan a sí mismos y definen modos de relación con Perón y con los adversarios. Estudiamos los gritos individuales y colectivos, las distintas formas de la risa popular, los cantos y consignas, el volumen de sus voces, su singular sonoridad, las pancartas, carteles y banderas, los objetos e instrumentos portados (antorchas, efigies y muñecos, bombos, silbatos y matracas), la gestualidad, la vestimenta, las maneras en que se desplazan hacia el centro de la ciudad y habitan el espacio público. En este momento fundacional del peronismo como movimiento histórico es posible observar cómo se crean, ensayan y reformulan colectivamente cantos y consignas y otras formas de expresión popular. La marcha por la liberación de Perón constituye un acontecimiento imprevisto y novedoso. Se trata de una manifestación con una temporalidad singular. Es una movilización sin tiempo, los obreros salen a la calle y avanzan por el centro de la ciudad de Buenos Aires con un objetivo y no se retiran hasta haber logrado la meta. Nada se ajusta al ritmo y al modo habitual de la vida. Y ese ritmo y modo habitual de la vida se rompe, no sólo para los que participan de la movilización, sino también para los que la miran desde afuera, los que asisten azorados al singular desfile. El objetivo y la marcha común, el canto colectivo, la cercanía de los cuerpos en espacios públicos, forjan un nuevo sentido de pertenencia. En esta coexistencia, los cuerpos se afectan mutuamente, se acompasan y articulan sus movimientos, se reúnen, se dispersan. Esta intensa experiencia colectiva crea identidad. La multitud rescata a Perón de su confinamiento y lo pone en su lugar, el de jefe del movimiento naciente y candidato a la presidencia. Este reconocimiento masivo lo consagra como jefe popular. Al mismo tiempo que rescata a Perón y lo confirma como “su” líder, la multitud se constituye a sí misma como sujeto colectivo con identidad, voluntad y voz propia.